Trato de mantener mi hábito de no hablar apenas sobre el argumento de la obra, pero me apetecería contar de qué va la historia de cabo a rabo. Me apetecería -lo confieso- dar mi propia versión de los hechos. Me apetecería sentarme al lado de Peter Terrin y decirle, sin un ápice de rubor, que lo he calado desde el principio. Me voy a tener que aguantar y que atenerme a otras estrategias. Por ejemplo, durante casi toda la primera mitad de la novela pensé, una y otra vez, en El desierto de los tártaros, de Dino Buzzati, además de en una versión obrera de El ángel exterminador, de Luis Buñuel. ¿Hasta qué punto estuvieron en la cabeza de Peter Terrin estas dos obras? ¿En qué momento decidió dejarlas atrás y seguir adelante solo? Fue, seguramente, en la segunda parte de este tríptico.