María Trincado, librera de la Librería Ontanilla elogia en su columna semanal de El confidencial la novela de Gerbrand Bakker.
La conjunción del título, autor y premio desconocidos para mí me impulsaron a leer Todo está tranquilo arriba con expectación perfecta, sin la mínima prevención ni orientación. Este estado personal poco frecuente es un precioso regalo cuando el libro demuestra ser interesante, más aún si nos emociona a pesar de nosotros mismos, que fue lo que me ocurrió con la desnuda y sincera prosa de sus páginas.
Quien quiera adentrarse en su narración, va a encontrar un relato viril, de enorme fuerza y emotividad, a base de la más estricta reserva y contención, hasta el punto de que requiere una lectura pausada, sin saltos de párrafos, ya que en cualquier línea corta, apretada y expresiva puede haber algo importante.
Es una escritura muy contemporánea, con algunas descripciones descarnadas y naturalistas, con muchas posibilidades arruinadas como la de la paternidad y la amistad, pero con pequeñas realidades que conmueven y perturban, que impelen sin reservas a con-vivir con Helmer, padecer con su escondido dolor y suspirar ante la porción de libertad y felicidad que alcanza tras un doloroso y valiente proceso de autoconsciencia.