Juan José Saer puede pasar desapercibido a un lector poco maduro, pero nunca puede ser una deuda para un lector aguerrido, y mucho menos para un escritor. Por lo general, cuando se habla de Saer, parece que se estuviera haciendo referencia a un autor de culto. Es decir alguien a quien leen unos pocos, que casi siempre consideran que mejor que sea así, no vaya a ser que el admirado se les manche de populismo.
Por suerte, de tanto en tanto una brisa de inteligencia trastorna al mundo editorial y alguien pone los amores por delante de cualquier otra cosa. Ya, ahora, podemos echar mano a La pesquisa, de Juan José Saer, fresquito y editado por Rayo verde, una editorial que en esta semana hizo su presentación en sociedad en Barcelona.
Dato curioso: En la presentación en Poble Sec, Gerbrand Bakker, autor de Todo está tranquilo arriba, dijo que la editorial arrancaba con Saer y con él, “un hombre muerto y un holandés”, y al decir “holandés” torcía la cara como preguntándose a quién podría interesarle algo semejante. Lo del holandés ya se verá, porque es una buena apuesta. Y lo de Saer… pongamos místicos: está más vivo que nunca.
De Saer quiero decir una sola cosa: con la inteligencia, y los gérmenes de historias que hay en uno solo párrafo de sus párrafos, otros escritores escribirían cuatro novelas. Más: Saer es original, distinto. Y con él, el lector se siente original, y distinto. Un verdadero placer porque hace, de la palabra, estética.
Ah, y un bonus track. (qué viejo estoy, ¿esto todavía se usa?) La conversación casual entre Saer y Ricardo Piglia en Princeton. Autores y personajes de novela sin fronteras.