En Kenia, haríamos una parada en el pueblo de Ngugi. No exactamente en su pueblo, que encontraríamos arrasado, sino en el nuevo conglomerado de pueblos a modo de campo de concentración que creó el Imperio británico en su época. Preguntaríamos por la madre de Ngugi para conocerla, y con el estómago satisfecho por comer aquellas patatas asadas al fuego, le pediríamos por su insistencia en pedirle a Ngugi cómo lo hacía en la escuela, con esa pregunta curiosa pero inteligente: Te has esforzado al máximo? Incluso cuando sacaba un 10 sobre 10.
En la casa del intérprete, Ngugi wa Thiong’o